lunes, 23 de mayo de 2011

POR SCHNAUZI CONTIENE IMAGENES QUE PUEDEN HERIR SU SENSIBILIDAD




QUE SE CUMPLÁN LAS PALABRAS !!

MUCHOS BESOS A TODAS/OS SIGUO

QUERIENDO A TODO "KISKI"

BESOS DE AVE....FENIX...VUELVE..

domingo, 22 de mayo de 2011

PEQUEÑA HISTORIA DE MASONERIA !!





Dejando a un lado muchos y muy antiguos antecedentes históricos de la Masonería, oscuros e inconexos, señalaremos aquí que la Francmasonería surgió de las corporaciones de obreros de la construcción en la Edad Media. Los canteros alemanes y los constructores ingleses de esos tiempos no constituían únicamente asociaciones de oficios (“guildas”), sino verdaderas hermandades en donde se enseñaba y ejercitaba una teoría secreta de sus respectivas artes y oficios. Muchos autores han probado que los francmasones no han inventado su liturgia y sus símbolos, y que tampoco los han copiado de otras sociedades secretas arcaicas, sino que les han sido transmitidos por sucesión directa de las sociedades gremiales de que proceden. Se pretende que la Masonería es tan antigua que ya existía y se practicaba en las pirámides de Egipto, en los templos de la India, en las cavernas de los esenios, en las criptas de los mayas, en la Academia de Pitágoras y en muchas otras sociedades iniciáticas de muy remota antigüedad. Las semejanzas, reales o imaginadas, con los ritos y ceremonias que se llevaban a cabo en esos remotos tiempos, demuestran que la Francmasonería llena una íntima necesidad del espíritu humano, cual es la de buscar la superación personal y encauzar las potencialidades individuales hacia el bien común. No es pues, la lógica de las técnicas y métodos que son más eficaces para lograr la evolución interna en el hombre, a pesar de todas las modificaciones ambientales que ha logrado la civilización. La Masonería en su forma actual tomo cuerpo en Inglaterra a finales del siglo XVII. Con autoridad existían en Alemania, Francia e Italia las cofradías de constructores, o “masones”, en donde se enseñaban no solamente las artes y las ciencias que debía dominar un maestro constructor, sino que se impartían principios de moral y buena conducta que garantizaran la armonía dentro de las corporaciones. Los lustros de duración de las monumentales obras que ejecutaban los “masones” (entre las cuales se cuentan las más preciadas joyas del estilo gótico) favorecían que se estableciesen relaciones muy estrechas entre los numerosos artistas y obreros, los cuales formaban verdaderos “equipos” bajo la dirección de sus grandes maestros arquitectónicos, que eran solicitados para ejecutar obras en ciudades distantes y en diferentes países. Natural es que, en sus viajes, buscasen la ayuda de otros miembros de su misma profesión, también agremiados en cofradías, y que asistiesen a las reuniones de sus “logias”. De esta necesidad de viajar y ser reconocidos y atendidos, como de las precauciones que cada agrupación debía tomar para no admitir entre sus miembros a un operario que fuese a romper la armonía por su mala conducta o a explotar en su beneficio personal los conocimientos técnicos que se impartían en las logias, surgieron los signos secretos de reconocimiento, la jerarquización en tres grados, con obligaciones y prerrogativas distintas, y el sigilo y discreción para realizar las reuniones de masones. El nombre de “francmasón” se daba a los constructores que tenían libertad para contratar sus servicios con cualquier persona y en cualquier país, a diferencia de los que estaban al servicio exclusivo de algún noble, prelado eclesiástico o monarca. Estos últimos no precisaban, desde luego, de signos de reconocimiento ni de todas las demás cosas que caracterizaban a las logias de francmasones. Por la necesidad de viajar y de conocer diversos países y costumbres, los francmasones tuvieron contacto con distintas maneras de pensar y diferentes organizaciones políticas, lo cual les confirió un punto de vista excepcionalmente amplio hacia los problemas religiosos, filosóficos, económicos, sociales y políticos de su época. Hubieron de admitir, con igualdad de derechos, a hombres de distintas nacionalidades, credos y razas, y estos sentó las bases a los principios humanistas de la naciente Orden. En los siglos X, XII y XIV se emprendieron en Escocia e Inglaterra grandes obras y, para su realización, se importaron constructores alemanes, quienes llevaron consigo los usos y costumbres de las logias alemanas. A su influjo nacieron las logias escocesas e inglesas. Hacia principios del siglo XVIII, la construcción había decaído grandemente y, en consecuencia, languidecían las logias de los masones operativos; entonces, en 1717 se constituyó en Londres una Gran Logia, bajo el patrocinio de un grupo de hombres de gran ilustración que veían con pena la decadencia de las logias de constructores. Fue entonces cuando nació, propiamente, la Francmasonería de nuestros tiempos, la cual ha conservado cuidadosamente el espíritu de las antiguas cofradías, sus principios constitucionales y los usos y costumbres tradicionales, apartándose de la construcción material. Admitió en sus filas a hombres de todos los oficios y condición social, a la vez que daba una interpretación elevada y filosófica a sus símbolos; así, la Francmasonería adquirió un carácter más amplio, susceptible de extenderse por todo el mundo. Al ser electo George Payne para el cargo de Gran Maestro, emprendió la meritoria tarea de reunir todos los preceptos existentes y formar una elección de 39 ordenanzas generales, que fueron revisadas por el Dr. James Anderson, teólogo e historiador, y sirvieron de base a la Constitución publicada en 1723, que es el primer fundamento legal de la Masonería. Prosperó, a partir de ese momento, la Orden, contando entre sus iniciados a distinguidos miembros de la nobleza y de la familia real de Inglaterra. Entre 1729 y 1772 surgieron ciertas desavenencias internas que dieron origen a su separación en dos ritos: el Rito Escocés Antiguo y Aceptado y el Rito de York, o del Real Arco. De Inglaterra, la nueva Francmasonería se extendió rápidamente a otros países. En Francia apareció entre 1721 y 1732 y alcanzó un auge inusitado. Se formaron nuevos ritos y se crearon grados filosóficos, siendo ésta, al principio, una innovación mal recibida en los demás países, ya que infringía los Antiguos Límites, que únicamente establecían los tres primeros grados. La Masonería francesa ha contado entre sus miembros a distinguidas personalidades como Voltaire, Rousseau, Condorcet, Víctor Hugo, Gambetta, Herriot, Danton, Marat, Alejandro Dumas, Napoleón Bonaparte, Emilio Sola y muchos mas. En las logias masónicas se gestó la Revolución Francesa y de los principios masónicos se sirvieron los revolucionarios como bandera en la lucha contra la tiranía. Entre los masones distinguidos contamos a Federico el Grande de Prusia, Francisco I de Austria, Goethe, Mozart, Beethoven, Wagner, Benjamín Franklin, George Washington, el Conde de Lafayette, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln, Americo Vespucio, Leonardo Da Vinci, el Gral. Prim. Francisco Javier Mina, Emilio Castelar, Simón Bolívar, José Martí, Bernardo O’Higgins, José de San Martín, Antonio José de Sucre, José María Morelos y Pavón, Ignacio Allende, Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria, Agustín de Iturbide, Valentín Gómez Farías, Nicolás Bravo, Benito Juárez, Melchor Ocampo, Sebastián Lerdo de Tejada, Porfirio Díaz, Ignacio M. Altamirano, Juan de Dios Peza, Amado Nervo, Ignacio Ramírez, Alfredo Chavero, Alejandro Von Humbolt, Francisco I. Madero, José María Pino Suárez y muchos otros más.

Seguidores